Spanish + Canadian = Spanadian

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Los inviernos canadienses son mundialmente conocidos por la nieve que cubre el suelo durante casi medio año

miércoles, 29 de junio de 2016

Último día

Ignorad la experiencia, el aprendizaje de un idioma, las incontables anécdotas y cuánto se madura en un año. Si hay algo que se aprende siendo un estudiante internacional, es a hacer maletas. Haciendo las maletas en España, hace diez meses, era duro porque había que decidir qué llevar y qué no. Pero hacerlas ahora, es imposible. Las cosas que no cabían en la maleta de ida quedaban en España, pero las que no caben ahora quedan olvidadas. Libros leídos y por leer, ropa que no aprecio tanto, ficheros del colegio... quedan atrás. 

El otro día hablamos por Skype con el estudiante alemán que vivirá con mi host family el año que viene, durante el primer semestre. Su hermana mayor estudió aquí, en Bridgewater, hace 8 años. Los tres (el niño, la madre y la hermana) hablaban buen inglés, aunque con bastante acento. El niño cumple 15 años este verano, y al parecer comparte varias aficiones con Max, como los libros de fantasía y pasión por los reptiles. El niño es el hermano pequeño, y por la forma en que su madre hablaba de él, me recordaba a mi madre y mi hermano. Cuando colgamos, Mike (mi host father, quien nació en Canadá pero cuyos padres son alemanes, por lo que tiene bastante familia en Alemania) dijo "Vaya, este chaval es una anormalidad. ¡Un adolescente alemán con personalidad!". Estoy en contra de las generalizaciones y los estereotipos, pero aun así, me reí. El único chico alemán de nuestro instituto nunca me ha caído demasiado bien. Sin embargo, la única chica alemana es mi mejor amiga. Fifty fifty.

Sigo sin creerme que mañana será mi último día aquí. Iré a recoger las notas y pasaré el día con mi host family y con Luca. Dormir con las maletas al lado de la cama, las paredes desnudas, sin mis dibujos y pinturas... es la cosa más rara del mundo. Debe de notarse que no me lo creo, pues mi host mother me recuerda que me queda un solo día, me pregunta si necesito ayuda haciendo las maletas. Yo digo que soy consciente de que no hay tiempo, que lo tengo todo preparado, que estoy organizada... pero no. Ni de lejos. 

En PowerSchool, la plataforma digital del colegio, algunos profesores subieron las notas de los exámenes finales. En inglés saqué un 90%, una clara mejoría comparado con el 78% del primer semestre, pero aun así, esperaba lograr una nota algo más alta. En francés, al contrario, pues saqué un 92,5%, y no me esperaba más de un 80%. Al fin y al cabo, se me da bastante mejor el inglés que el francés, ¿no?

Esta tarde me pasé horas jugando al badminton y al fútbol con Max y Sophia. Entre tanto correr, el calor, la humedad y los mosquitos, deseé que ojalá tuviéramos una piscina. La piscina pública no la abren hasta este sábado. Me pregunto por qué, pues llevamos tres semanas con temperaturas de más de 25 grados casi todos los días.

Hace una semana planeaba las comidas para mi primer día de vuelta en España. Que sí, que echo de menos a mi familia y a mis amigos y todo eso, pero la comida española no tiene comparación. Soñaba con chocolate con churros para desayunar, pues llegamos temprano por la mañana al aeropuerto, y tortilla, paella, jamón serrano, croquetas, empanadillas, empanada... cualquiera de esas cosas de comida y cena. Pero creo que todo será tan extraño que no me daré cuenta de lo que estoy comiendo. Escuchar español en todas partes, ver a toda esa gente que dejé hace un año de nuevo, los euros a los que ya no estoy acostumbrada... En la excursión de Montréal y Ottawa, Hiro, un chico japonés de mi instituto, nos enseñó algunas monedas japonesas. Después, Luca sacó un puñado de monedas, y Paula y yo nos quedamos mirándolas, sin reconocerlas. Me parecían tan diferentes a lo que recordaba... Hasta que presté atención a los dibujos y palabras en relieve, no me di cuenta de que eran euros. 

Intento llevarlo todo con normalidad, manteniendo como mi mayor preocupación el peso de las maletas. Como si importara. Pienso en cosas prácticas, como qué llevar y qué dejar aquí. Como si importara. A veces pienso en el futuro, en la de cosas que tengo que hacer en España, en cuando me encuentre con mis dos mejores amigas en Francia y la de planes que queremos hacer para otras vacaciones. También pienso en el pasado, en todo lo que he hecho este año y dónde dejé mi vida el verano pasado. Pero nunca pienso en el presente. Entiendo que dejo Canadá atrás y vuelvo a España. Pero el trámite, el viaje, el momento de decir adiós... me parecen lejanos, como de un sueño, algo que nunca ocurrirá. Algo que no ocurrirá mañana. Una vez más, me pregunto si me acordaré de decir adiós.

1 comentario:

Recuerda que nunca recuperarás una palabra después de haberla dicho... Primero piensa, luego escribe