Spanish + Canadian = Spanadian

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Los inviernos canadienses son mundialmente conocidos por la nieve que cubre el suelo durante casi medio año

jueves, 3 de marzo de 2016

Fin del hockey Parte 2: Play offs

El martes salimos de clase una hora y media antes para ir a Lunenburg. Como cada vez que anunciaban por megafonía "All the senior girls hockey players please come to the lobby now", y yo me levantaba, toda la clase se me quedaba mirando preguntándose lo mismo pero sin atreverse a decirlo en alto. ¿Qué hacía yo, una estudiante internacional, jugando al hockey sobre hielo? El deporte más famoso de Canadá, el orgullo e identidad del norte... ¿y que una española formara parte de ello? No tenía sentido, pero ya nada lo tenía. Ni siquiera el hecho de que hubiera "sobrevivido al invierno". La de gente que no se creía que los que venimos de climas "cálidos" (todos los internacionales menos los del norte de Europa, vaya) podríamos convivir, e incluso disfrutar, con la nieve.
A lo que iba, el martes teníamos el partido de playoff para clasificarnos para el campeonato regional. Ni siquiera recuerdo el nombre del equipo; en cierto modo me alegra haberlo olvidado. El entrenador de los chicos seguía usando en cada ocasión la nueva palabra que había aprendido, y las últimas palabras que le oí decir antes del partido y desde entonces, fueron "Kick their culo". Nuestro entrenador nos recordó que ya estábamos haciendo historia para el instituto presentándonos a un partido de playoff... que ya habíamos hecho historia creando el primer equipo femenino de hockey sobre hielo que Bridgewater High School ha tenido jamás, en sus más de 100 años de historia.
Desde el momento en que encontramos el edificio donde estaba el rink de hockey, no pude evitar pensar que por fuera parecía abandonado. Y por dentro, mucho peor. Hasta los locales decían que debía de haber fantasmas. Hacía frío, de hecho más frío que fuera, los vestuarios olían mal, las duchas daban miedo, las gradas estaban a medio destruir... Y para entrar en el hielo había un escalón de un metro de alto. Al principio no lo vi, y no fue hasta que estaba de segunda para bajar cuando me di cuenta de lo alto que era. Por si fuera poco, la parte de arriba también era resbaladiza y no había de dónde agarrarse. Sin tiempo para pensar, me vi resbalando y cayendo de culo en el hielo sobre mi botella de agua, que explotó. No pude evitar reír, pero no porque hubiera sido gracioso (que lo había sido) sino porque estaba terriblemente nerviosa. Aquel podía ser mi último partido de hockey sobre hielo durante el resto de mi vida y había empezado de culo. Emma me había visto caer y aterrizar sobre mi botella, y le pidió a su madre (que también me había visto caer, creo que todo el mundo lo vio), que la fuera a rellenar. Les di las gracias a las dos, pero Emma no me miraba como miras a una amiga a la que se ha caído de culo y ayudas a levantarse (aunque es mi amiga, me caí de culo y me ayudó a levantarme). Me miraba con una mezcla de pena, decepción, impaciencia y algo que no lograba identificar. No sé por qué, pero Emma, pese a ser un año más pequeña que yo, siempre me ha hecho sentirme pequeña a su lado. Físicamente es mucho más alta que yo, algo a lo que no estoy acostumbrada, pero aparte de eso... es como si llevara veinte años en el instituto y lo conociera todo, como si nada pudiera sorprenderla. Nunca la he visto asustada por nada, ni siquiera por la derrota. Lo acepta, frunce el ceño brevemente, y se guarda cualquier comentario para sí misma. Y es una de las mejores del equipo (es una de las mejores en todo lo que le he visto intentar), así que podría decirse que no perdemos por su culpa.
Por alguna extraña razón, mi nombre estaba en la alineación inicial. Lo entiendo cuando tenemos un banquillo de tres personas, pero ese día nos las habíamos arreglado para reunir a todo el equipo. 
Lo noté desde el primer momento, pero traté de convencerme de que no estaba pasando. Las heridas de los pies del fin de semana habían empeorado. Una de ellas se había infectado. Me costaba patinar, y aunque lo daba todo por mantener el ritmo, estaba siendo lenta. Sin embargo, nadie me dijo nada, nunca me dijeron las cosas que no hacía, sino las que hacía bien, y modos de mejorar. Supongo que no había tiempo para crear un equipo decente y querían que me llevara una buena sensación. O me vieron en el primer entrenamiento y se dieron cuenta de que había mejorado tanto que no había ninguna razón para quejarse en aquel último partido.
No gracias a mí, marcamos el primer gol. Creo que fue Emma, o Maddie, puede que Rachel. Las chicas del otro equipo eran buenas. He de decir que posiblemente mejores que nosotras. En el segundo tiempo empataron, y en el tercero nos volvimos a poner por delante. Creo hablar en nombre de todo el equipo cuando digo que ya estábamos soñando con los regionales. Íbamos ganando 2-1 y apenas quedaban un par de minutos, ¿qué podía pasar? ¿Que nos empataran? Imposible. Pero lo hicieron.
Al acabar 2-2, los árbitros acordaron con nuestro entrenador y el del otro equipo jugar una prórroga de cinco minutos con cinco jugadoras, contando la portera, por equipo. Muerte súbita. Las primeras en marcar se llevaría la victoria. Aquello iba en serio, y lo sabíamos, por eso no protestamos cuando el entrenador escogió a las mejores jugadoras. Por alguna razón, me acordé de aquella serie policíaca que solía ver en España, Castle, y cómo la madre de una de las protagonistas había sido asesinada en un callejón, tras una vida llena de gloria. O de los héroes de las series que veía de pequeña, cuánto querían morir por todo lo alto. No podía evitar pensar que un estadio así es al que un equipo solo va a una cosa... a morir. 
Por mucho que intenté quitarme la idea de la cabeza, no pude. Y acabó por hacerse realidad. Ni siquiera llegué a jugar en aquella prórroga, en aquel "ganar o morir", ni pude ver el gol que supuso nuestro fin como equipo. Supongo que no fue culpa de Katie por no parar ese tiro a tiempo, ni de Emma por no llegar a defender, ni mía por no haber jugado mejor antes, ni siquiera de la jugadora del equipo contrario que marcó ese último y decisivo gol. No era culpa del otro equipo celebrar aquella victoria. Había sido para ellas una remontada, no tenían por qué compartir nuestra perspectiva, habían aprovechado su oportunidad y habían ganado. Pero sigo buscando un culpable. Lo hace más fácil, más llevadero. Y más cobarde. Por eso me alegro de no recordar el nombre del equipo, y de no haberle visto la cara a la la chica que marcó el gol decisivo. 
En el vestuario, el entrenador nos intentó animar diciendo que ahí fuera habíamos sido un equipo. Dijo que era difícil de creer que el grupo de chicas que se había presentado en el primer entrenamiento fuéramos nosotras. Dijo que deberíamos sentirnos orgullosas de haber llegado tan lejos. Y no creo que se lo estuviera inventando ni lo dijera para hacernos sentir mejor. Creo que hablaba en serio.
No sólo a mí me costaba creer que aquello fuera todo, que se hubiera terminado. Cuando el entrenador mencionó devolver las camisetas, nos pilló por sorpresa. 
-Pero... ¿no podemos jugar un último partido? ¡Quiero volver a jugar contra Park View! -dijo Kelsey.
-¡Sí, sí! La hermana mayor de una niña que me cae mal juega en el equipo de Park View, ¡quiero que sienta la derrota! -exclamó Rachel. A sus doce años, es la más joven del equipo, y una de las mejores jugadoras.
-Además -añadió Kelsey-, tenemos que estrenar las sudaderas.
Las sudaderas, lo único que nos mantendría como parte del equipo una vez devolviéramos las camisetas. Las sudaderas, que deberían haber llegado antes del torneo de Barrington, pero no llegaron a tiempo para ningún partido.
El entrenador nos miraba, sin contestar.
-Lo intentaré, pero no prometo nada -dijo por fin. A día de hoy sigo sin saber nada de las sudaderas ni del posible partido contra Park View.

El miércoles, en clase, todo se había  acabado. Era tan obvio... Veía a las chicas de mi equipo por los pasillos, pero ninguna me saludaba, o sonreía, o hacía cualquier mínimo movimiento para mostrar que me había visto. No. Seguían mirando al móvil o al suelo. En clase de francés, estábamos jugando a "El pueblo duerme", o como quiera que se llame el juego, y acusé a Maddy de ser el lobo solo para que me mirara de una vez. Lo conseguí, me miró, pero parecía que no me conociera. No como si se hubiera acabado la temporada de hockey, sino como si nunca hubiera tenido lugar. A medida que pasaron los días, la cosa mejoró ligeramente, pero no volvimos a compartir esa camaradería que teníamos antes. Supongo que es como los amigos del colegio con los que te dejas de hablar cuando se cambian de instituto. Básicamente porque todo lo que teníais en común era el edificio en el que estudiábais.

Afortunadamente, no tuve tiempo para echar de menos los deportes. Lo único que no va por temporadas es esgrima, pero porque no es una actividad del colegio. Además, es solo un día a la semana. Así que aunque cada martes desde octubre hasta mayo vaya a esgrima, eso no me llega. El jueves empezó bádminton "intramurals", solo por diversión, no competitivo. Tuvimos un par de entrenamientos y me gusta el ambiente. No tenemos un entrenador propiamente dicho, es solo un profesor supervisando, no sé ni si sabe de bádminton. Tampoco me preocupa. Voy con mis amigas, las deportistas y las que se cansan con subir las escaleras, las que se lo toman en serio y las que solo van a pasarlo bien. El lunes, en nuestro segundo entrenamiento, el profesor (que parece ser, sabe de bádminton), nos preguntó si nos gustaría competir. Yo no dudé en decir que sí, no porque me encante el bádminton ni porque crea que juego muy bien, sino porque sentí que necesitaba rodearme de otros deportes lo antes posible. Las competiciones durarían el mes de abril, y si hay más chicas de nuestra edad que quieran ir, tendríamos que jugar contra ellas y las mejores irían a competir, pues hay límite de participantes por colegio.
Ayer, durante los "anouncements"... No sé cómo traducirlo. ¿Anuncios? ¿Noticias? Es algo que no tenemos en España. A primera hora, suena el timbre y ponen el himno, y después alguien lee los anouncements por megafonía, cosas como cuándo son las pruebas para cierto deporte, qué venden ese día en cafetería a la hora de la comida, victorias de el equipo del colegio de cierto deporte... Pues eso, que en los anouncements dijeron que este domingo sería el primer entrenamiento de atletismo. No me lo podía creer. Me habían dicho que siempre empezaban después de March Break (vacaciones de primavera, como en España Semana Santa pero coincide un par de semanas antes) o más tarde si todavía quedaba nieve. Pero resulta que estamos teniendo un invierno inusualmente "cálido". No sé si "cálido" comparado con el año pasado, ese invierno tan duro del que todo el mundo habla, o comparado con el promedio de invierno que suelen tener. La verdad, si no tenemos más tormentas de nieve, he de decir que mi "Canadian winter" ha sido decepcionante.
En nuestra hora libre, Luca y yo fuimos a preguntarle al profesor de educación física y entrenador de atletismo, si tenían todas las pruebas. Las nombró, y creo que salvo lanzamiento de martillo, salto de pértiga y marcha, las dijo todas. 
¡Ah, y softball! Había olvidado que me he apuntado a las pruebas de softball. Ahora que tengo bádminton y atletismo, no creo que softball sea lo mío. Softball, por cierto, probablemente tenga una traducción al español que ignoro. Viene siendo béisbol con una pelota más grande y blanda, básicamente. Supongo que probaré al principio, por si se da un hipotético caso en el que me gusta, pero las competiciones de atletismo y softball coinciden casi siempre, así que llegados a cierto punto tendría que escoger.

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