Spanish + Canadian = Spanadian

Spanish + Canadian = Spanadian
Los inviernos canadienses son mundialmente conocidos por la nieve que cubre el suelo durante casi medio año

lunes, 15 de febrero de 2016

Segundo semestre

El primer día de clase del segundo semestre, siento algo que no me gusta. Me da la sensación de que esto es otro principio, y a mí siempre me han gustado los principios. Te dan la oportunidad de empezar de nuevo, de arreglar los errores, de mejorarlo todo. No me gusta la palabra perfección, prefiero dejarlo en mejora. Sin embargo, esta vez no quería volver a empezar. El primer semestre había sido demasiado bueno para dejarlo atrás, olvidado, y tenía miedo de empezar uno nuevo en que todo podría salir mal. Pero esta vez, los días pasaron despacio, dándome tiempo para acostumbrarme a cada nuevo profesor, clase y asignatura. Y aunque sigo echando de menos las asignaturas, profesores y compañeros de clase del primer semestre (sobre todo Sociología y Matemáticas), no tengo de qué quejarme este semestre. Sigo con Inglés, y escogí Francés, Derecho e Historia Canadiense. Por ahora la que más me está gustando es Historia Canadiense. 

Me dieron las notas del primer semestre, que aunque podían haber sido mejores, no están del todo mal. Mi peor nota ha sido en arte, un 88%. En mi defensa he de decir que tenía dos asignaturas al mismo tiempo, inglés y arte, y el examen fue el último día de la semana, cuando estaba tan cansada que no me acuerdo ni de lo que escribí. La siguiente nota fue en biología, un 89%, que podría ser un 90%, suena mejor... La que sí es un 90% es mi nota de matemáticas, y hubiera sido bastante más alta de haberme esforzado más. Pero siendo un estudiante internacional, ¿quién tiene tiempo para estudiar? En inglés 93%, a pesar de que el examen fue el que peor me salió de todos. Y por último, sociología, con un 96%.

El fin de semana de San Valentín lo pasé en una casa en medio de ninguna parte sin WiFi. Nunca había estado tan contenta de no tener WiFi. Porque no solo estaba en una casa enorme al lado del mar con vistas espectaculares, sino que además estaba con dos de mis mejores amigas. Recuerdo paseos por la playa llena de nieve sacando fotos impresionantes y nunca decidiéndome entre el quitarme los guantes para sacar fotos o ponérmelos porque estamos a -20 grados. Pasar el tiempo viendo películas de Harry Potter riéndonos del acento británico de los actores. Leer The Kite Runner (o en español, Cometas en el cielo) bajo la luz de un sol espléndido que entra por la ventana, engañándonos, haciéndonos creer que hace bueno. Si algo he aprendido de los inviernos canadienses, es que lluvia equivale a calor (temperaturas positivas, vaya) y sol equivale a viento y frío glacial. Recordaré este fin de semana por el puzle que nunca llegamos a terminar, por la chimenea alrededor de la que nos sentábamos después de cenar, por la bandera de Cataluña que guardaban los Eisner (la host family de Isaure, con quien pasamos el fin de semana) como recuerdo de Xenia, una catalana que estuvo con ellos hace dos años con la misma beca que yo. Y la playa, el mar, el sonido de las olas, el sabor del hielo salado... Creo que puedo decir que no me importaría vivir en Green Bay.

El profesor de Historia Canadiense se niega a usar un libro de texto. Dice que la historia siempre tiene más de una perspectiva, y siguiendo un guión definido por otra persona nos hace ver la historia desde el punto el vista que el autor quiere transmitir. Por ejemplo, leímos dos documentos con diferentes puntos de vista hacia el descubrimiento (o invasión) de América. El primero, narrado por un soldado europeo, me hacía querer sonreír y no tener miedo a decir que fueron mis antepasados. El segundo, desde la perspectiva de un nativo americano, me hacía bajar la cabeza y avergonzarme de ser española. Al rato me di cuenta de que ninguna de las dos actitudes era correcta, pues no era ni mi culpa ni gracias a mí que Cristóbal Colón descubriera o invadiera América.

Al profesor de historia tampoco le preocupa que aprendamos fechas y datos que no nos van a servir para nada en la vida y podemos encontrar en Internet con un solo clic. "Si con 16 años aún no sabéis el año de la independencia de Canadá, probablemente no lo sabréis nunca", dijo. Nos explicó que el sentido de la historia es reflexionar sobre lo que ocurrió y no simplemente memorizarlo. Me acordé de todas las cosas útiles que había aprendido, y no memorizado, en el primer semestre. Que sí, que teoría había, pero lo que importa es cómo la llevas a la práctica. Y de la de veces que en España algún profesor me había tachado una pregunta porque "No lo explicas igual que en el libro". "Lo siento profesor", quiero decir todas esas veces, "olvidé que se supone que soy un robot que retiene información, y que no hay necesidad de pensar para ello". Pero ¿qué sentido tiene retener fechas y nombres que no significarán nada para mí el día después del examen?

A veces pienso que mi sueño se hace realidad y un día llego a ser escritora. No solo eso, sino que llego a ser tan importante que aparezco en los libros de texto del futuro. Me imagino a niños y niñas memorizando mi fecha de nacimiento, muerte y publicaciones. Los imagino tratando de recordar por orden cronológico los nombres de los libros que habré escrito. Y olvidándolo todo después del examen, desaciéndose de mi historia como quien tira un muñeco roto. ¿Y todo para qué? Horas delante de un libro que alguien ha definido para ellos, recordando el contenido que nunca les servirá para nada en la vida. Por mucho que me guste llegar a tal importancia, lo rechazaría sin dudarlo si mi nombre llega a ser el título de un nuevo tema en el libro de literatura. No solo porque una generación crecería deseando que nunca hubiera existido, sino porque vivirían pensando que la educación consiste en perder el tiempo delante de un libro que nunca les hará pensar. Ni les ayudará a sobrevivir. Ni a aportar nada positivo a la sociedad. Y memorizar será todo lo que sabrán hacer.
A veces pienso que exagero, que no nos han domado todavía, que buscamos pequeñas oportunidades para expresar nuestra individualidad, para decir que somos únicos. Que todavía hay esperanza. Hasta que soy testigo de cómo mis compañeros de clase le piden al profesor que todas las preguntas sean de teoría, o cómo los profesores de historia o lengua se atreven a quejarse de nuestra falta de expresión escrita si apenas hacemos una o dos redacciones al año, o cuando es nuestra culpa sacar malas notas porque "no se esfuerza", "no trabaja lo suficiente", "no hace las cosas como se le dice que hay que hacer". Dejas de ser una persona para convertirte en... un número. Llevo toda mi vida luchando por ser un 10, o al menos un 9. ¿Por qué? Porque me dijeron que así llegaría lejos. Y aquí estoy, a 3500 km de mi casa.

lunes, 1 de febrero de 2016

Fin del primer semestre

Después de aquel lunes tan loco en el que viajé dos horas de ida y dos de vuelta para jugar un partido de hockey, pasaron millones de cosas, entre ellas los exámenes finales del primer semestre. Es por eso que no he vuelto a escribir. Ayer tuvimos nuestro tercer partido contra Barrington, y a diferencia de aquel 1-4 con el que habíamos salido victoriosas dos semanas atrás, el resultado esta vez fue... 10-0. Ganamos 10-0 sin haber entrenado ni una sola vez desde la última vez que jugamos contra ellas, por el mundial de sled hockey que de entre todas las ciudades de todos los países del mundo, tocó en mi pueblo. 

Llevo sin ver el suelo desde el año pasado. En Nochevieja nevó, y desde entonces solo ha nevado más. De vez en cuando las temperaturas suben de 0 grados y hace sol, lo que hace que la nieve se derrita parcialmente, convirtiéndose en una mezcla desagradable de barro y hielo. Me sorprende la de cosas en mi forma de pensar que han cambiado, como llamarle calor a 0 grados (y decirlo en serio) o decirle a alguien "In English, please", cuando te dicen una expresión en otro idioma. Hace un año consideraba 0 grados frío glacial y cualquier expresión inglesa que no entendiera se veía arreglada con un "In Spanish, please".

Un semestre se ha acabado, dejando buenos y malos recuerdos. Pero qué digo, solo me quedan buenos recuerdos. Si pasaron cosas malas, quedaron atrás, eclipsadas por la luz del lado bueno de las cosas. Conocí a gente maravillosa que seguirá formando parte de mi segundo semestre, y a gente igual de genial que probablemente nunca vuelva a ver. Ya no soy tan pesimista hablando del nunca volver a ver a alguien. La vida da muchas vueltas, y las distancias son cada vez más fáciles de cruzar. Si de verdad quiero volver a ver a alguien, lo volveré a ver. He hecho cosas más difíciles.

Mañana llegaré al instituto y echaré de menos un puñado de caras conocidas, también descubriré alguna que otra cara desconocida. Empezaré nuevas asignaturas con nuevos profesores y nuevos compañeros de clase. Me recuerda a septiembre, ese mes tan extraño, y me da miedo volver a aquella inseguridad de no conocer a nadie. Pero aunque sea un semestre nuevo, el anterior no se ha borrado. Probablemente coincida en clase con gente que ya conozco, puede que con algún amigo, los profesores se volverán a dejar media clase tratando de pronunciar mi apellido (y de entender por qué la U de Quiroga no se pronuncia) y preguntándose por qué tengo dos apellidos (debe de ser España el único país en que las mujeres no cambian su apellido al casarse y los hijos heredan el nombre de ambas familias...). Todavía no tengo todos los resultados de los exámenes, y las notas me las dan el 19 de febrero, lo que hace que tenga la sensación de que no se ha terminado el semestre. Espero volver a clase mañana y escuchar el "Good morning Sociology 12" de cada lunes a primera hora, pero no estaré allí, si no en Canadian History 11 (12 representa el Grado 12, equivalente a 2 de bachillerato, y 11 representa el Grado 11, equivalente a 1 de bachillerato). En el primer semestre escogí Sociology 12, Mathematics 11, Art 11, English 11 y Biology 11. En el segundo semestre sigo con English 11 porque es todo el curso, luego Law 12, Canadian History 11, y French 11. 

Solo sé la nota de dos exámenes: un 91% en Biología con el que me queda una media de 89% y un 96% en Sociología con el que me queda una media de 96%. A pesar de no saber sobre las demás asignaturas, Sociología es sin duda mi mejor nota. Ojalá pudiera coger esa asignatura otra vez, jamás me aburriría de ella. Entiendes el mundo un poco mejor, mucho mejor, y las cosas empiezan a tener sentido. Mi tema favorito fue el de Criminología. No entiendes tan solo la razón por la que los criminales son criminales, sino también por qué los demás no lo somos. Explicaría todas y cada una de las teorías, pero no creo que a nadie a parte de a mí le interesen. Con esa asignatura entendí la sociedad en la que vivimos, en la que hemos vivido siempre aunque haya evolucionado. Entendí las diferencias entre culturas, el proceso de socialización por el que todo humano pasa, y cómo de relativo es el bien y el mal. 

Pero no solo en Sociología aprendí cosas inolvidables. En Biología, por ejemplo, estudiamos a fondo la nutrición, respiración, circulación y bastante bioquímica (entre más temas de los que no me acuerdo), con lo que ahora lo entiendo todo paso al paso. En España, habríamos estudiado el doble de temas con tanta prisa que al final de curso se me habría olvidado absolutamente todo. ¡Ah, casi se me olvida, en la semana antes de los exámenes diseccionamos una rana! Puede parecer divertido, pero creedme, no lo es. Huele muy mal y es desagradable al la vista, al tacto y hasta al oído cuando cortas la piel. Fuimos por parejas, pero el segundo día (en el que había que identificar los órganos, sacarlos de la rana y partirlos a la mitad para ver cómo son por dentro), Myia estaba enferma, con lo que me tocó lidiar con Experiment 626 (había que ponerle un nombre y no le queríamos coger cariño, además, ni siquiera sabíamos si era macho o hembra) a mí sola. Dejemos biología atrás, y vamos a matemáticas. 

En matemáticas, en vez de la sensación a la que tanto estoy acostumbrada de que en cuanto entiendo un tema cambiamos al siguiente, tuvimos tiempo para practicar y practicar de todo. Quizá aprendí menos que los de mi edad en España, pero lo que aprendí no se me olvida. 

En inglés hicimos redacciones, relatos, analizamos poemas y leímos bastante. No estudiamos gramática ni historia de la literatura, que si no vas a estudiar filología de poco te sirven, hicimos lo que todo el mundo debería saber hacer al graduarse: leer y escribir. Los profesores de historia en España se quejan de nuestra terrible expresión escrita en los exámenes, pero entre siglos de literatura y oraciones que analizar, no queda hueco para una triste redacción. Cualquier robot puede retener información, pero solo un cerebro humano es capaz de pensar. Siento que los últimos 13 años de mi vida me han enseñado a ser un robot. 

Y por último, arte. Con tan solo tres horas a la semana durante un semestre, recordé la perspectiva que conozco desde 1 de la ESO y aprendí la perspectiva de 2 puntos de la que nunca había oído hablar antes. Entendí el Impresionismo, Expresionismo, Cubismo, Surrealismo y Pop Art. Pero no estudiándolos, sino llevándolos a la práctica. Investigando el sentido de cada movimiento artístico, el estilo, significado... y haciendo una pintura (o escultura, mural, o cualquier otra expresión artística). Y así, sin abrir ningún libro, conocía la filosofía de cada movimiento, artistas, la etapa histórica en que situarlos y lo mejor, cómo llevarlos a la práctica.

Algo que aprendí el otro día en sociología de lo que no tenía ni idea es que las noticias deberían cambiar. Cuando hay asesinatos, debería glorificarse a la víctima y no hacer famoso al asesino. Hay gente cuya vida está tan vacía que saber que serán famosos es el último empujoncito que necesitan para cometer un crimen. Además, cuantos más crímenes se televisan, más gente comete crímenes porque "no están solos". En cambio, los suicidios por ejemplo no salen en las noticias. A no ser que haya un motivo importante se trasfondo, no se televisan, porque está científicamente demostrado que de hacerlo, gente que se está planteando el suicidio lo llevará a cabo. ¿Cuántas veces hemos escuchado el típico "¿Si tu amigo se tira por un puente tú vas detrás?" al que hemos respondido que no como máquinas programadas para defender nuestra individualidad? Desde el punto de vista de la sociología, sí que irás detrás. Por eso es tan importante rodearse de buena compañía. Somos seres sociales, lo quedamos o no, y nuestra forma de ser se verá definida por los grupos de los que formamos parte.