Spanish + Canadian = Spanadian

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Los inviernos canadienses son mundialmente conocidos por la nieve que cubre el suelo durante casi medio año

jueves, 24 de diciembre de 2015

¡Feliz Navidad!

Hace no mucho tiempo solía creer que los esfuerzos de un desconocido jamás llegarían a ojos u oídos de nadie. Pensaba que solo los escritores de renombre publicaban buenos libros, que solo los artistas famosos cantaban bien, que cualquier pintor con talento es conocido. Por eso escribía en mi blog con el único propósito de saciar mi ansia por escribir, no por alegrarle el día a ningún lector. Hasta que escuché una canción desconocida de un chico desconocido en YouTube, un vídeo con muy pocas visitas que no aumentaron con el tiempo, una canción que simplemente me encantó. Y hay días en que quiero huir de toda la música que está de moda, y escuchar esa canción, de alguna manera, me llena por dentro. Fue así como me pregunté si a alguien le pasaría lo mismo con mi blog. Si algún día se hartaría de tanto libro famoso, de tanta historia ficticia, de todos los finales felices que no existen en la vida real... y optaría por leer mi blog, esa imperfección tan real que sigue mi vida, los puntos y comas en lugares equivocados, las frases que parecen no acabar nunca, los puntos suspensivos solo para crear algo de tensión... ¿O es acaso melancolía lo que creo? ¿Nostalgia, tal vez? Y así se suceden las palabras, construyendo frases que forman una entrada. Una tras otra, como los capítulos de un libro, pero sin fin. En la vida no hay finales felices; el único final es la muerte, que no es ni feliz ni afecta a todos al mismo tiempo. Mi experiencia tiene fecha de caducidad: 30 de junio del 2016. Pero eso no significa que vaya a dejar de escribir cuando vuelva a España. 

Anoche soñé que volvía a Lugo y empezaba segundo de bachillerato, pero no me parecía estar en segundo de bachillerato. Insistía en que seguía en cuarto de la ESO. A fin de cuentas, dejé el colegio en el que he estado desde los 3 años en cuarto de la ESO, y aquí estoy en Grade 11, que aunque equivalga, no es primero se bachillerato. Me daba cuenta de repente de que solo me quedaba un año de instituto y ni siquiera sabía qué quería estudiar. Quiero ir a la universidad pero no quiero ir a la universidad. No todavía. No estoy preparada.

Ayer fuimos a ver un coro en Mahone Bay, un pueblo no muy lejos de aquí. La iglesia (de madera, al igual que todos los edificios de por aquí) estaba pintada de blanco y negro por fuera, pero por dentro tonos rojos y marrones se mezclaban dando un aspecto de calidez. Nada que ver con la imagen de iglesia de piedra totalmente gris que tengo yo. Al parecer, es una de las más antiguas de la zona, aunque en España sería de las nuevas. Aparte de los elementos modernos, como una señal fluorescente en la salida diciendo "Exit" como en los cines, baños públicos en la planta baja, y una biblia en cada asiento, había algo que no cuadraba, algo que no debería estar ahí. No fue hasta que el coro empezó a cantar cuando me di cuenta de lo que era: el árbol de Navidad. Un inmenso pino adornado justo al lado del altar. Nunca había visto tal cosa en una iglesia católica, pero aquella era anglicana, así que supongo que cosas de ese tipo varían. Volviendo a casa, a pocos kilómetros de llegar, estábamos cantando Feliz Navidad cuando Michael frenó el coche de repente. Mientras repetía, con esa característica educación canadiense, "Sorry guys" infinitas veces, acerté a ver tres ciervos en medio de la carretera, justo delante de nosotros. El más grande iba primero, y nos miraba, ignorando el peligro de cruzar una carretera tan transitada como aquella. Los otros dos eran solo cervatillos, y se escondían tímodamente tras el mayor. En cuanto nuestro coche se detuvo, los tres prosiguieron su camino, y saltaron ágilmente el quitamiedos para sumergerse de nuevo en el otro lado del bosque.

Llevo varios días escribiendo esta entrada, y pretendía publicarla bastante antes de Navidad. Pero ya es Nochebuena, y mañana Navidad, así que debería desearos ya a todos felices fiestas. Esta vez no hay reflexión (o filosofada, como me gusta llamarla a mí) al final de la entrada. No hay ninguna de esas demostraciones de cuánto me gusta escribir, porque más que nada no hacen falta, si no habéis cogido la idea a estas alturas, ya no hay nada que pueda hacer. En estos últimos días del año, la emoción por la Navidad y los nervios positivos por el viaje que se acerca y los negativos por los exámenes finales de enero me persiguen. Pero hoy es Nochebuena, mañana Navidad, y pasado mañana... creo que mejor os dejo con la duda. ¡Feliz Navidad!

2 comentarios:

  1. Feliz Navidad Maria!!!! Espero tu siguiente entrada y las he leído todas, escribes muy bien,no dejes nunca de hacerlo.
    Mi hija y Yo te seguimos en esta aventura,ella se ha presentado este año a la beca y está esperando para la siguiente prueba...

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    Respuestas
    1. Igualmente! Muchas gracias, no creo que deje nunca de escribir. Muchísima suerte a tu hija, a por todas!

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